lunes, 4 de junio de 2012

La cosa más espantosa, es una hoja de papel en blanco.


Durante sus dieciocho años de vida muchas personas le habían dicho a Melancolía que era maravillosa, pero ninguna supo demostrarlo.
Melancolía pasaba sus noches, y algunos de sus días, entre palabras intentando arañar aquello que nunca tuvo. Leía historias, creaba mundos mientras soñaba con huir a ellos.
Buceaba entre las estanterías de una habitación llena de colores, tinta y plumas buscando aquel personaje imperfecto y su imperfecta sonrisa.
Llego un punto en los meses de Melancolía en que se olvido de vivir, ya no sabia como, ni quería volver a saberlo.
Se había enamorado.
Se había enamorado de los libros, de las historias, de las palabras y de la imperfección. Había rechazado la mediocridad condenándose a ella.

4 comentarios:

  1. Conoco a Melancolía, o al menos creo recordar que la conocí una vez, una muchacha peculiar sin duda...

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  2. Creo que todavía la conoces y muy bien me parece a mi-

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  3. ¿Quien no se ha sentido alguna vez como Melancolía? ¿Quién no ha sentido más confort entre "personajes irreales" que entre gente de carne y hueso?
    Tu post, precioso por cierto, me ha evocado la última secuencia de "Desmontando a Harry" de Woody Allen, en la que el protagonista, exitoso escritor y fracasado esposo, amante y padre, se encuentra a salvo rodeado de los personajes que él mismo ha creado en sus obras.
    Todo el que escribe por devoción se aleja de la realidad, del mundo y la gente que le rodea para sumergirse en un submundo fantástico, casi onírico que le atrapa, que le envuelve, que da sentido a su existencia.
    Gracias por recordarme eso, creía haberlo olvidado. Ahora estoy en el punto que describe Hemingway con su frase: "La cosa más espantosa, es una hoja de papel en blanco". Mis musas deben estar descuartizadas en la cuneta de alguna carretera comarcal, jaja.
    Seguiré tu blog, creo que tienes mucho talento, escribes muy bien.
    1 abrazo

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